James Barrie, ligereza y posesión

Lady Nicotina es el relato amable de una dependencia. Las habilidades literarias de James Barrie (1860-1937) logran ofrecer en ese libro un retrato risueño y jovial de su adicción al tabaco, del mismo modo que en su Peter Pan podemos rastrear una genealogía mucho menos agradable, relacionada con la absoluta incapacidad del escritor para asumir los compromisos de una vida adulta.

Marcado por la muerte accidental de un hermano mayor cuando él tenía siete años y por la reacción de una madre que nunca asumió esa muerte, Barrie desarrolló con su progenitora una relación basada en un combate vano por colmar el lugar del hermano perdido. La devoción por la figura materna y el deseo de estar a la altura de sus deseos lo llevó a una auténtica «adultofobia», al terror a convertirse en adulto y asumir las responsabilidades de la vida madura.  Fue incapaz durante años, por ejemplo, de tener una cuenta bancaria; y, como se cuenta en uno de los episodios de Lady Nicotina, cuando recibía  cheques barrados en pago de sus trabajos literarios utilizaba para cobrarlos a un amigo, hasta que éste logró finalmente convencerlo de la conveniencia de abrir una cuenta en el banco. En otro ámbito de la vida adulta , el marital, la situación no se resolvió tan satisfactoriamente. Barrie se casó en 1894 con la actriz Mary Ansell; y ella, cuando se divorció en 1910, afirmó que el matrimonio no se había consumado. Los afectos de Barrie se dirigieron a su San Bernardo, Porthos, y sobre todo a los cinco hijos de Arthur y Sylvia Llewelyn Davies, que inspiraron la obra Peter Pan. Sus energías también se dirigieron a la escritura.

El Capitán Garfio jugando con Peter Pan en 1906. (Michael Llewelyn Davies, el niño, moriría ahogado en el Támesis quince años más tarde en circunstancias que hicieron pensar en un suicidio.)

En cuanto a sus relaciones con los hermanos Davies, recuerdan en cierto modo las mantenidas varias décadas antes por Charles Dodgson con las hermanas Liddell; aunque en el caso de Barrie fueron mucho más posesivas, puesto que tras la muerte del padre (1907) y de la madre (1910) el escritor llegó al punto de falsificar el testamento de esta última para hacerse con la custodia de los hijos, cosa que consiguió.

Barrie fue un fumador empedernido. Las treinta y tres viñetas de Lady Nicotina se publicaron inicialmente en el periódico Saint James’s Gazette y se imprimieron en forma de libro en 1890. La obra comienza con una comparación entre el matrimonio y el hábito de fumar, y concluye con una escena de la tranquilidad que reina en la casa conyugal cuando la esposa duerme y el narrador «fuma» su pipa vacía. Con un tono ligero y basado por entero en la autocomplacencia y autojustificación del narrador, los episodios repasan las aventuras de un grupo de amigos fumadores y acaban constituyendo un auténtico manual victoriano del buen fumar. Describen un mundo donde el consumo de tabaco es un ámbito masculino en el que no cabe lo femenino ni lo marital, puesto que es esa sustancia, en realidad, la que ocupa el lugar de la figura femenina y se erige ella misma en una figura posesiva que reclama total entrega y veneración.