Dos simples balas disparadas con una Browning desataron hace hoy cien años la carnicería de la Gran Guerra. Sucedió en Sarajevo, cinco minutos antes de las once de la mañana del domingo 28 de junio de 1914. El nacionalista Gavrilo Princip, miembro de la organización panserbia Mano Negra, las disparó contra el archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona austrohúngara, y su esposa Sofía en una esquina de Sarajevo. (Hemos señalado el lugar en nuestro mapa.)
Esta foto, tomada cinco minutos antes del atentado, muestra al archiduque y su esposa saliendo del ayuntamiento de la ciudad rumbo a un hospital en el que pretendían visitar a los heridos en otro intento de asesinato sufrido esa misma mañana.
El coche que aparece en primer plano es un doble faetón Gräft & Stift que hoy se exhibe en el Museo de Historia Militar de Viena.
Esta otra imagen, en la que no hemos podido evitar que se colara el ministro de turno, ofrece una buena vista frontal el automóvil tal como está expuesto hoy en la sala del museo.
Dos simples balas que la casualidad convirtió en certeras disparadas en una ciudad del confín del imperio desataron en el continente y más allá de él una carnicería que concluyó cuatro años y veinte millones de muertos más tarde.
Quizá no haya que hablar sólo, como hizo Walter Benjamin, de un ángel de la historia, sino también de una mariposa de la historia, un lepidóptero de aspecto inocente que bate despreocupadamente sus alas sobre un descapotable y que es capaz con ese batir de desencadenar catástrofes continentales.
PS: Para los amantes de los códigos secretos, merece la pena comentar que hasta hace apenas diez años no se reparó en la «profecía» oculta en la matrícula de la limusina: