De espejos y máscaras

En El miedo del escritor italiano Federico De Roberto, nuestra segunda entrega de la serie Gran Guerra-100 Años, David Paradela López, su traductor al castellano, no sólo ha tenido que enfrentarse a los problemas relacionados con los ámbitos estilísticos, sintácticos o léxicos habituales en cualquier empresa traductora, sino que también ha tenido que decidir sobre el modo más conveniente de dar una solución convincente al problema de la traducción de la variación lingüística. Es decir, a la dificultad de traducir las variantes lingüísticas mediante las cuales se expresan los personajes, sin recurrir al procedimiento de la eliminación de ese rasgo textual. En el relato de De Roberto, eso habría supuesto difuminar el abismo que separa (y que está reflejado en) el modo de hablar del oficial que está al mando de las tropas y las formas de expresarse de los soldados rasos, la carne de cañón de todas las guerras.

Fuente: Gallica

La mirada tradicional considera el problema insoluble o bien plantea soluciones basadas en algún tipo de equivalencia, funcional o de otro tipo. A lo largo del tiempo, desde que los traductores han tenido que enfrentarse al problema, sus soluciones han oscilado entre la omisión y algún tipo de imitación referencial, entre la nada y la mímesis. La traducción de Quer pasticciaccio brutto de via Merulana de Carlo Emilio Gadda, por utilizar un ejemplo del italiano, puede servir para ilustrar el modo en que los traductores han buscado formas de reflejar la referencialidad.

En el caso la versión castellana, Juan Ramón Masoliver (1965) trasladó la variación diatópica (geográfica) por una variación diastrática (de clase social); en cambio, la versión catalana de Josep Julià (1995) recurrió a una especie de tabla de equivalencias entre variantes del italiano y variantes del catalán (y convirtió, en la práctica, Roma en Barcelona, Nápoles en Valencia, Molise en Lérida, Venecia en Gerona).

Esas soluciones no dejan de estar encerradas en el paradigma de la imitación. Y han funcionado mientras los lectores se han regido por pautas de lectura en las que esas estrategias no saboteaban la suspensión de la incredulidad. Ahora bien, de modo más moderno, los traductores han explorado nuevas vías para escapar del laberinto de la referencialidad. A nuestro entender, la única forma de hacerlo con éxito es huir del espejo para abrazar la máscara. Es lo que hace David Paradela con sus soluciones que crean nuevas hablas para los diferentes personajes sin pretender que sus formas lingüísticas tengan un reflejo en una realidad (lingüística) realmente existente.