Lady Nicotina, de James M. Barrie, es un panegírico a la mezcla de tabaco para pipa que fuman los protagonistas del libro. En el tercer capítulo, el narrador exclama:
No hay más que asomar la cabeza en mi habitación para darse cuenta de que los tabacos son de dos tipos, Arcadia y el resto. Nadie que fume Arcadia intentará describir sus bondades, porque con toda seguridad se le apagaría la pipa.
Barrie fumó toda la vida. Su proveedor de tabaco, aunque tardó en reaccionar unos cuantos años tras la publicación del libro, acabó preguntándole por la mezcla que tan grandes elogios merecía en la obra. El escritor contestó lo siguiente:
En respuesta a su carta, la mezcla que llamo Arcadia en «Lady Nicotina» es su mezcla Craven, y ninguna otra. No pongo objeción a que divulgue este hecho en caso de que desee hacerlo.
Atentamente,
J. M. Barrie
Ese proveedor de tabaco de Barrie era José Joaquín Carreras, hijo de José Carreras Ferrer, establecido desde la década de 1820 en Londres, donde se dedicó a la venta de puros. Con el tiempo el negocio prosperó bajo la dirección de su hijo, que se especializó en la mezcla de tabacos y no tardó en tener una selecta clientela. Entre esos clientes se contó George Craven (1841-1883), tercer conde de Craven, para quien creó la mezcla Craven A.
Eso ocurrió en 1867, dos años demasiado tarde para que la fumara la Oruga del aliciano país de las maravillas, pero a tiempo para convertirse en el tabaco favorito del doctor Watson, como se pone de manifiesto en «La aventura del jorobado». En ese cuento, publicado en The Strand Magazine en 1893, Holmes se presenta intempestivamente en casa de su amigo, ya casado, e interrumpe su última pipa antes de acostarse. El detective observa unos restos de ceniza en la chaqueta del médico y exclama:
Mmm. Así que sigue fumando la mezcla Arcadia de sus días de soltero.