Parafraseando a Émile Cioran (que, en realidad, se refería a la deuda contraída por Dios con Bach), cabría decir que si alguien se lo debe todo a Edmund Yates ése es Lewis Carroll. En efecto, Yates es el responsable de la existencia literaria del hoy familiar nombre de Lewis Carroll.
Los primeros materiales publicados de Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898) se remontan a la segunda mitad de la década de 1840, cuando ideó una publicación familiar destinada a sus hermanos, The Rectory Magazine. Sus trabajos de esa época van todos firmados con iniciales: V. X., F. L. W., J. V. , F. X., Q. G. o B. B. También utilizó las iniciales B. B., siendo estudiante en Oxford, en los primeros textos que publicó con firma en 1854 en el periódico The Whitby Gazette; y en el poema («Solitude») que envió al año siguiente a una publicación humorística londinense llamada The Train, dirigida por Edmund Yates. Yates aceptó la colaboración, pero le pidió un verdadero pseudónimo literario en lugar de unas simples iniciales.
Dodgson propuso el nombre de Dares, probablemente una referencia a su pueblo natal (Daresbury), pero también una palabra que en inglés quiere decir «desafíos». A Yates ese nombre tampoco le pareció demasiado espectacular y le escribió pidiéndole una nueva propuesta. Sabemos lo ocurrido por el diario de Dodgson. La entrada del 11 de febrero de 1856 afirma:
He escrito al señor Yates enviándole una selección de nombres:
1. Edgar Cuthwellis (hecho por transposición de «Charles Lutwigde»)
2. Edgar U. C. Westhill (ídem)
3. Louis Carroll (derivado de Lutwidge=Ludovic=Louis y de Charles)
4. Lewis Carroll (ídem).
La entrada del 1 de marzo comunica la decisión final: «Se ha elegido Lewis Carroll». El poema salió publicado unos días más tarde en The Train y supuso el nacimiento literario de Lewis Carroll, quien entraría con todos los honores una década después en la historia de la literatura con la publicación de Alicia en el país de las maravillas.