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Pesadillas de epopeya

Portugal entró en la Gran Guerra para salvaguardar sus colonias africanas (Angola y Mozambique) y para asegurarse un puesto en el concierto de las naciones tras la victoria de la Entente (sobre todo tras el acercamiento hispanobritánico que había supuesto la conferencia de Algeciras de 1906). En un principio, sin embargo,  mantuvo su neutralidad, pesar de diversas escaramuzas con las tropas alemanas en África. Esa situación se prolongó hasta finales de febrero de 1916, cuando el gobierno portugués se incautó de varias docenas de mercantes alemanes y austríacos anclados en el puerto de Lisboa, lo cual provocó la inmediata declaración oficial de guerra por parte de Alemania y Austria (9 y 15 de marzo).

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António Gonçalves Curado, primera baja portuguesa en la Gran Guerra

A lo largo de 1916, la participación portuguesa se limitó al suministro de apoyo naval; y el envío de tropas terrestres tuvo lugar al año siguiente, cuando 50.000 soldados partieron al frente occidental. El Cuerpo Expedicionario Portugués se integró en la Fuerza Expedicionaria Británica. Una pequeña unidad de artillería se integró en el ejército francés. El 4 de abril de 1917 murió en Flandes el primer soldado portugués.

La principal participación lusa en la guerra tuvo lugar en abril de 1918, en la batalla del Lys (Flandes), también conocida como cuarta batalla de Ypres, cuando una división formada por 20.000 hombres, agotados y en pésimas condiciones, tuvo que hacer frente a cuatro divisiones germanas (unos 55.000 soldados). El ataque de los alemanes (Operación Georgette) se enmarcó en la ofensiva llevada a cabo en la primavera de 1918 cuyo objetivo era aprovechar la liberación de tropas en el frente oriental tras la paz firmada con los sóviets en Brest-Litovsk para romper el frente, conquistar Ypres y alcanzar los puertos de Calais y Boulogne-sur-Mer antes de la llegada masiva de soldados estadounidenses. No lo consiguieron. Por su parte, los portugueses perdieron allí en unas pocas horas más de un tercio de la división, entre heridos, muertos, desaparecidos y prisioneros.

«El sueño» (1888), de Édouard Detaille.

«El sueño» (1888), de Édouard Detaille.

El cuento «Un sueño epopeya» de João Grave [↑] (1872-1934), que ¡Hjckrrh! publica en traducción de Juan Carlos Postigo, ofrece una imagen heroica de los hechos bélicos. Publicado en 1917, magnifica el comportamiento glorioso de los soldados aliados (entre los que quedan incluidos los portugueses) mediante la imitación del recurso de la intervención sobrenatural utilizado por el galés Arthur Machen en «Los Arqueros» [↑]aunque utilizando figuras icónicas del imaginario colectivo francés. Uno de los referentes mencionados en el cuento es la pintura El sueño (1888) de Édouard Detaille (1848-1912), pintor especializado en temas militares. El cuadro celebra a los «gloriosos vencidos» de la guerra franco-prusiana (1870-1871) y en ella, durante un ejercicio de maniobras, una compañía de reclutas de la III República francesa sueña con los esplendores imperiales napoleónicos y la revancha contra los alemanes. Detaille concibió su obra como una muestra de apoyo al general Boulanger (1837-1891), que acaba de ser destituido como ministro de la Guerra y cuyo comportamiento político y cuyo discurso belicista contra los alemanes llegaron a suponer un verdadero peligro para el gobierno republicano. En su cuento, Grave acepta decididamente la invitación de «soñar epopeyas» hecha por Detaille. El contraste que ofrecen los Austerlitz y los Marengo soñados por ambos en 1888 y en 1917, respectivamente, con el Lys padecido en 1918 por la infantería portuguesa no puede ser más marcado, y quizá puedan leerse en él las catastróficas consecuencias de los «sueños de epopeya» en las vidas de los soldados de a pie encargados de trasladarlos a la práctica.