Hace unos días, José Antonio Millán nos dedicó un artículo en un medio de comunicación global. A raíz de ese fugaz paso por el ciberespacio mediático en castellano, hemos recibido algunos comentarios sobre la idoneidad del nombre elegido para nuestra aventura editorial. De modo que, para reforzar las capacidades mnemotécnicas de nuestros amables lectores y dotarlos de mayor seguridad en la expresión, nos hemos decidido a ofrecer una sencilla regla que permite recordar sin asomo alguno de vacilación nuestro peculiar nombre.
¡Hjckrrh! es, como es sabido, una exclamación extraída del capítulo IX de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. Este hecho, el que sea una exclamación, resulta fácil de recordar y constituye la pequeña llave dorada que permite abrir la puerta de nuestra nominación.
1) Lo importante, como decimos, es tener presente que se trata de una exclamación, con lo cual el primer paso ya está dado: ¡.
2) El segundo, la hache, es una consecuencia lógica, puesto que esa letra está presente como inicial en una multitud de exclamaciones. Tenemos pues: ¡H.
3) Entramos a continuación en un juego de duplicaciones que no deja de ser un nuevo homenaje al gran aficionado a los espejos que fue Lewis Carroll. No es difícil recordar que la hache hace pareja con la letra que aparece a continuación, la jota, puesto que aspirando la primera llegamos sin dificultad a la segunda. Ya tenemos: ¡Hj.
4) A continuación, nuestro tercer homenaje carrolliano, la inicial de su nombre, la ce, y la pareja correspondiente, la ka: ¡Hjck.
5) Y, sin abandonar el nombre del escritor, llegamos de modo natural a la erre, duplicada como en Carroll: ¡Hjckrr.
6) Para cerrar el círculo, volvemos al principio y duplicamos la hache: ¡Hjckrrh.
7) Y, por último, concluimos del modo más natural del mundo como concluyen todas las exclamaciones, con el signo final de admiración, !: ¡Hjckrrh!
Et voilà. Nada más sencillo.
Esperamos que esta simple regla mnemotécnica en siete sencillos pasos contribuya a disipar de una vez por todas los titubeos y las inseguridades que nos han transmitido algunos de nuestros benévolos seguidores. Además, constituye un nuevo homenaje al Carroll inventor de híbridos entre lo lógico y lo absurdo.