Nuestra segunda entrada está dedicada a otra Alicia: la misionera baptista Alice Seeley Harris (1870-1970). Estas semanas se celebra en Londres una exposición que conmemora los 110 años de las fotografías que realizó en el Congo para denunciar las atrocidades cometidas por los agentes de Leopoldo II, rey de los belgas. Esas imágenes, que fueron ampliamente difundidas en la prensa de la época y en conferencias con proyecciones mediante linterna mágica, contribuyeron a acentuar la presión política sobre Leopoldo II y a obligarlo a ceder unos años más tarde ese territorio, que detentaba como posesión personal. El siguiente pasaje está extraído de las notas hipertextuales de la edición publicada por ¡Hjckrrh! del Soliloquio del rey Leopoldo de Mark Twain:
En la segunda mitad del siglo XIX se extendió el uso de la linterna mágica con fines de instrucción religiosa; Henry Guinness, por ejemplo, realizó giras por toda Gran Bretaña a partir de finales de la década de 1880 utilizando ese aparato. La linterna mágica fue también un accesorio de gran valor en las labores evangelizadoras en África. Livingstone llevaba una en sus expediciones, en la década de 1850. En el Primer Mundo, fue un poderoso instrumento de las sociedades misioneras en conjunción con la fotografía para favorecer la causa de la reforma del Congo, concienciando a la opinión pública y recolectando fondos. Los Harris sobresalieron en esa labor. En 1905, por ejemplo, realizaron una gira por los Estados Unidos con más de doscientas «charlas de linterna» en cuarenta y nueve ciudades en las que John ilustró sus discursos con las fotografías de Alice, varias de las cuales se incluyen en el Soliloquio.
El matrimono Harris dirigió The British and Foreign Anti-Slavery Society, una organización nacida en 1839 para combatir la esclavitud en el mundo y predecedora de Anti-Slavery International, que hoy es la ONG más antigua existente. Anti-Slavery International organiza la exposición dedicada a Alice Harris. Otras fotos de su fondo pueden consultarse aquí. Las imágenes de Alice Harris y otros abolicionistas, realizadas con las primeras cámaras Kodak portátiles, sirvieron para organizar la primera campaña fotográfica internacional en favor de los derechos humanos. Mark Twain incluyó algunas de ellas en su Soliloquio del rey Leopoldo. En esa obra, Leopoldo II exclama:
La Kodak ha sido una auténtica calamidad para nosotros. En realidad, es el enemigo más poderoso que hemos tenido delante. En los primeros años, no nos costaba nada lograr que la prensa «destapara» que los cuentos de las mutilaciones eran calumnias, mentiras, invenciones de misioneros estadounidenses entrometidos y de extranjeros exasperados al descubrir que la «puerta abierta» del Acta del Congo de Berlín se había cerrado de nuevo en sus narices cuando se presentaron inocentemente para comerciar; y con la ayuda de la prensa conseguimos que todos los países cristianos desoyeran con irritación e incredulidad esos cuentos y dijeran cosas feas sobre quienes los difundían. Sí, todo era armonioso y agradable en aquellos viejos tiempos, y yo era considerado como el benefactor de un pueblo pisoteado y sin amigos. ¡Entonces, de pronto, llegó la catástrofe! Y me refiero a la incorruptible Kodak, ¡toda la armonía se fue al infierno! El único testigo que, en mi larga experiencia, no he podido sobornar. Cualquier misionero yanqui y cualquier comerciante contrariado hacía un pedido y se conseguía una; y ahora… bueno, las fotos se cuelan por todas partes, a pesar de nuestros esfuerzos por localizarlas y eliminarlas. Diez mil púlpitos y diez mil imprentas difunden buenas nuevas acerca de mí todo el tiempo y niegan plácida y convincentemente las mutilaciones. Entonces esa pequeña y trivial Kodak, que un niño puede llevar en el bolsillo, se levanta, sin pronunciar nunca una palabra, ¡y los deja mudos de un golpe!